domingo, 2 de agosto de 2009

El matrimonio

Ricardo y Matilde se hicieron novios en 1938. El noviazgo duro 3 años y nunca durante ese tiempo pudieron hablar a solas. Cuando el la visitaba en la casa, Doña Berta estaba con ellos todo el tiempo, asi que siempre hablaban de cosas superficiales, y siempre de manera muy formal. Asi pasaron los tres años. Una noche Ricardo, acompañado de sus mejores amigos, le llevaron serenata a Matilde:

Despierta
Dulce amor de mi vida
Despierta
Si te encuentras dormida
Escucha mi voz
Cantar bajo tu ventana
Es esta cancion te vengo a entregar el alma........

Esa noche Ricardo le propuso matrimonio a Matilde. Se casaron el 28 de Noviembre de 1941. La joven Matilde estaba llena de ilusiones y para ella Ricardo con solo 24 años era todo un hombre.
Las ilusiones se desvanecieron pronto. La noche de bodas fue angustiosa para ella. Nadie, ni siquiera su madre le hablaron nunca de los “deberes” conyugales. Ricardo, hombre tosco al fin, supuso que ella sabia que era lo que seguia y no fue paciente ni gentil. Ella estaba muy asustada pero no se reuso. Todo termino rapido. Ricardo se acosto a un lado de ella dandole la espalda y se durmio inmediatamente, cansado del intenso ajetreo de la boda pero satisfecho de haber cumplido con todo lo que se esperaba de el. Mientras, Matilde con sus diesiciete años, confundida y asustada, comprendia que acababa terminar definitivamente su infancia y se despedia de ella con sollozos silenciosos, al mismo tiempo que empezaba a añorarla.


Al poco tiempo Matilde se embarazo. Fue el primero de cuatro hijos, 3 niñas y un niño, unico nacimiento por el cual Ricardo se fue a festejar emborrachandose “porque habia tenido varon”. Los cuatro nacieron en Cananea. Silvia fue la primera, le siguio Ricardo, despues Delia y por ultimo Hilda, cuyo parto fue muy dificil porque venia de pies y el doctor tuvo que sacarla a jalones. Despues de eso Matilde quedo imposibilitada para tener mas bebes. Estuvo triste por esto, pero muy poco tiempo. Mucha gente sintio pena por ella porque cuatro hijos eran muy pocos en aquellos tiempos donde todo mundo tenia mas de 6 hijos. Pero ella en el fondo se sentio un poco aliviada. Estaba agradecida con Dios por haberle dado 4 hermosos hijos y si era la voluntad de el no mandarle mas, ¿quien era ella para reclamarle?.
La vida era dificil alla, no alcanzaba el dinero, aunque Ricardo se partia la espalda trabajando. Matilde alimentaba a sus hijos como su madre le enseño. Comian verduras y hortalizas de su huerto. Tenian unas gallinitas que les daban huevos y carne muy de vez en cuando. En el molino del pueblo, Matilde compraba la “harinilla”, que no era mas que lo que quedaba despues de haber refinado la harina y por eso la vendian mas barato. Ella pensaba que comian pobremente, pero ahora resulta que los doctores le han dicho que comian muy bien porque las verduras y la harina integral son alimentos mas saludables que la carne y las harinas blancas, que era lo que comian los ricos. Como da vueltas el mundo!

La suegra de Matilde vivia con ellos. Doña Tula, asi le decian todos. Se llamaba Gertrudis Aldana, pero nunca le gusto su nombre y se enojaba si alguien se lo recordaba. De carácter duro y dificil, corroido por los sinsabores de su vida, Doña Tula no concedia descanso a Matilde. Vivio para darle ordenes todo el tiempo y para mortificarle la existencia con sus improducencias, incitando a Ricardo a ser todavia mas macho y regañandolo cuando mostraba alguna consideracion con Matilde. Una vez despues de la cena, Matilde se disponia a lavar los platos y Eugenia, la hermanita menor de Ricardo se acerco amablemente a quererle ayudar y hacerle compañía. Doña Tula se lo prohibio y dijo secamente:
- No Eugenia, tu no hagas nada, no eres la sirvienta.
Matilde comprendio con esto el papel que jugaba en esa familia. Fue sirvienta de sus hermanos cuando vivia con su madre. Al parecer, solo habia cambiado de patrones. No se resigno a eso y empezo a exhigir un poco de respeto. Intento hablar con Ricardo pero el siempre evitaba el tema. Muy hombre, muy fuerte, pero era incapaz de contrariar a su madre, ni siquiera de diferir en un punto de vista por menos importancia que tuviera el tema. La situacion se hizo muy tensa. Un dia por fin, Doña Tula se fue. Algunos de sus hijos se habian ido a Mexicali, la capital del estado vecino. Parecia que les estaba llendo muy bien asi que no tardo en aceptar irse para alla a vivir con ellos. Pero poco le duro el gusto a Matilde ya que al poco tiempo, Ricardo decidio que ellos tambien se mudarian para alla. Prometia que vivirian mejor, que habia mejores empleos alla, aparte de la posibilidad de trabajar en el otro lado y ganar dolares. Pero Matilde sabia muy bien que se iban siguiendo a su suegra.
Con muchos trabajos y peripecias se prepararon para el viaje. Tuvieron que vender o regalar muchas cosas, como su preciada maquina de coser o los juguetes mas queridos de sus hijos. Estos lloraron mucho, sobre todo Hildita que no queria desprenderse de su jirafita de peluche, pero Ricardo fue inflexible. Una vez que tomaba una decisión nunca cambiaba de opinion.

Partieron por fin . Era Abril de 1951. Ya de camino Matilde se dio cuenta que bajando la sierra ya no habia mas que arido desierto. Pensaba que cambiaria al llegar a Mexicali, pero el desierto nunca termino. Mirando a traves de la ventana del camion de la mudanza, el paisaje le parecio monotono al principio, pero poniendo mas atencion descubrio que tenia cierto encanto. Era un encanto con magnetismo solo para las almas recias, ya que debia ser muy dificil vivir en el desierto. Se preguntaba si ella tendria el carácter para vivir en alguno de los poblados que miro a lo largo de todo el recorrido, pequeños pueblos de escasas casuchas, con apariencia de abandonados. Tambien admiro la extraña vegetacion, escasa pero asombrosamente obstinada en su empeño de seguir viva. El mar de arena tambien vivia. Al ver tanto de nada, sentio el mismo escalofrio y admiracion que le provocaban ver los cañones y barrancas cerca del pueblo, o la nieve cubriendo todo el horizonte, o las cascadas que se formaban cuando empezaba el deshielo. La naturaleza era tan sabia y maravillosa. Se sientio tan pequeña que no pudo sino agradecer a Dios por estar viva y permitirle contemplar su grandiosa obra.


Cuando llegaron a Mexicali, el clima no les parecio tan caliente como se los habian advertido. Cuando entro Junio comprendieron lo equivocados que estaban.
- Increiblemente infernal , Dios me perdone la expresión – diria Matilde.
No comprendia como es que existia pueblo aquí y que aparte estuviera creciendo. Despues supo que era el agua lo que hizo que naciera el lugar. Un sistema de canalizacion del Rio Colorado habia hecho literalmente “florecer” al desierto, convirtiendo esta area en un centro agricola y comercial de mucho movimiento, a pesar que las temperaturas llegaban a alcanzar mas de los 110 grados Farenheit en verano . El pueblo creceria muchisimo mas, Matilde no se hubiera imaginado cuanto.
Llegaron rentando una pieza en una cuarteria en el centro de la ciudad pero casi de inmediato se decidieron a comprar un terreno y construir su casa. Lo conseguieron barato porque estaba en las afueras, area que despues seria nombrada Colonia Industrial, pero que de momento estaba rodeada de parcelas cultivadas y ranchos ganaderos. Doña Tula critico a Matilde por la ubicación
- Tu mujer esta loca Ricardo! Mira que comprar el terreno alla donde no hay nada.
Aun asi, Matilde se salio con la suya. Tiempo despues, Doña Tula se guardaria sus comentarios ya que acepto vivir en una casa contigua a la de Matilde que Ricardo le construiria.
Como proyecto inmediato, Ricardo construyo unos cuartos para Matilde y los niños y un cuarto separado en la parte de atrás del terreno para la madre de Matilde, que se iba a venir a vivir a Mexicali con ellos porque ya se habia quedado sola alla en Cananea y Jose, el hijo que la mantenia, habia muerto recientemente en un derrumbe de la mina. Esa primera construccion era muy austera, no tenia ningun lujo, pero les pertenecia por completo, no le debian a nadie y se sintieron muy complacidos cuando por fin dejaron de pagar renta en la cuarteria.


Ricardo no aguanto mucho tiempo y un mes despues ya habia partido para el otro lado, a trabajar cerca del area de San Francisco, no sin antes dejar instalada a la familia. Le mandaba todo el dinero a Matilde por correo. Para Julio hacia un calor brutal. No tenian luz, drenaje, ni agua potable. Los vecinos se dieron cuenta que Matilde estaba sola con lo niños y se acercaron a darle confianza y a ponerse a su servicio. Fueron muy amables. Le dijeron que ni se preocupara, que no habia delincuentes, que todos eran gentes honradas y trabajadoras. Durante el dia con los quehaceres normales sudaba como ella nunca penso que fuera posible sudar. A sus hijos les agobio tambien el calor pero pronto encontraron un modo de mitigarlo: nadaban todo el dia en el canal que corria cerca. Al principio Matilde no los dejaba ir porque ahí lavaban la ropa y le toco ver varias veces como pasaban flotando las viboras de agua. Pero los demas chamacos ya tenian sus sistemas de alarma. Siempre estaban alertas y cuando pasaban las culebras, hacian griterio y todos salian corriendo. Nunca nadie se ahogo ni le pico una vibora. Ahí fue cuando sus hijos se pusieron prietos, quemados por el sol, con la consiguiente recriminacion de Doña Tula porque ella los preferia blanquitos. El agua del canal la usaban para lavar la ropa y los trastes y para bañarse. Pero para tomar y cocinar, tenian que ir por agua potable a una llave que estaba a varias cuadras de la casa, en el patio de una escuela. Todos los dias caminaban el polvoroso recorrido Matilde, muy derechita ella como siempre, sus cuatro hijos y varias vecinas con sus hijos, todos con sombreros de ala ancha y paliacates en la cabeza. Cada niño acarreaba una cubeta. Hasta los mas chiquitos cooperaban con sus pequeños recipientes de juguete. Cincuenta años mas tarde, las autoridades prohibirian nadar y pescar en los canales, ya que el agua se contamino a tal grado que se volveria peligrosa para la salud.


Por las noches, Matilde y los niños estaban tan cansados que caian rendidos en los catres. Matilde se sentaba a un lado de sus hijos acostados y les echaba aire con un carton, hasta que la vencia el sueño. En cuanto dejaba de abanicarlos, los niños se despertaban, mojados en sudor. Matilde los volvia a abanicar hasta que se volvia a dormir. Y asi pasaban todas las noches del verano. De dia y de noche tenian las puertas y ventanas totalmente abiertas para que cualquier airecito que corriera pudiera entrar. Pero habia noches que no se movia ni una hoja de los mezquites, ni siquiera una aguja de los pinos salados.
- Pobres de mis hijos!- pensaba Matilde.
Lo que ella hubiera dado para que ellos no pasaran por esas cosas!. Dios le ponia esta prueba y ella tenia que armarse de valor para salir adelante. Tenia que hacer algo para incrementar sus ingresos. Lo que Ricardo mandaba no era suficiente para las necesidades extras que tenian. Ya se oian rumores de que iban a tirar el cableado y que pronto tendrian electricidad. Con un poco de dinero que habia logrado ahorrar, Matilde se aventuro a iniciar una pequeña empresa. Se hizo de mercancia y la empezo a vender en la casa. La vendia rapido porque el abarrotito mas cercano lo atendia una señora tan malhumorada que hasta parecia que nadie merecia comprar su mercancia. Todos prefirieron a Matilde casi inmediatamente. Y a ella le gustaba atender a la gente, platicar con las señoras, conocer personas. Ahí fue que descubrio su profesión: la de comerciante. Su madre le habia dicho que lo traia en la sangre ya que su abuelo, un frances emigrado, fue un prospero comerciante en Santa Rosalia, de finanzas tan solventes que Doña Berta de joven estudio en un exclusivo Colegio Frances para señoritas. Despues Matilde se entero que su abuela Rafaela, una mestiza india-española, habia dejado a su abuelo con todo su dinero y su descendencia francesa, y que se habia ido a vivir a Cananea con Berta. Los motivos que impulsaron a Doña Rafaela para abandonar al marido y dejarlo todo para vivir sola con sus propios medios, no fueron muy claros para Matilde, pero comprendia que debian ser muy fuertes. Doña Berta no le gustaba hablar mucho del tema de su vida pasada. Fuera como fuera, Matilde admiraba mucho a su abuela. Era dificil para una pareja salir adelante, ¡cuanto mas para una mujer sola y en aquellos tiempos en que el pais hervia en su revolucion!


Despues que el verano en Mexicali terminaba, el clima se volvia muy agradable un par de meses. Despues entraba un invierno muy frio y seco que calaba los huesos, pero que no era tan malo porque, viniendo de Cananea, Matilde ya sabia lo que era enfrentarse al frio. Ademas no caia nieve ni habia tormentas que lo encerraran a uno en la casa, como alla. Aun asi, el contraste entre el verano y el invierno era tan grande, que a Matilde se le llegaba a olvidar en el invierno que en el verano hacia aquel “calor infernal de los mil demonios”.
El negocio prosperaba poco a poco. Matilde se pudo hacer de un pequeño capital que le dio mas seguridad para enfrentarse a los imprevistos. Los rumores de que “pronto” todos tendrian electricidad tardaron mas de dos años en concretarse. Pero en cuanto vio que las obras empezaban, lo primero que hizo Matilde fue comprar un “cooler” de segunda mano. Fue el primer verano en Mexicali que en realidad pudo dormir. La dignidad que le dio el descanso despues de sus agotadoras jornadas le devolvio el optimismo y tuvo la certeza que definitivamente todo iba a estar mejor.
Ricardo seguia trabajando en el otro lado. Venia cada que podia, a veces cada mes, a veces cada dos meses, pero nunca durante el verano. Era muy cobarde para el calor. Cuando vio que Matilde ya tenia establecido el abarrote, no le gusto la idea, pero la dejo hacer. Despues se dio cuenta que ya dejaba buena ganancia y entonces fue que decidio dejar el trabajo en el otro lado y quedarse a trabajar en Mexicali. Asi fue como inicio el negocio familiar de los Nevarez Aldana.

Al principio, el negocio era de abarrote, pero luego decidieron convertirlo en miscelanea porque vender comida era muy delicado por las caducidades y sobre todo porque todo mundo queria fiado. Ya con el nuevo giro comercial, le llamaron “Tienda Nueva”. La tienda estaba a un lado de la casa conectada por una puerta a la recamara principal. No era el mejor lugar para conectarlas, pero Ricardo nunca se asesoro con algun arquitecto. El seguia haciendo adiciones a la casa que, aunque con una distribucion a todas luces improvisada, ya se podia decir que era una casa grande. Ahora contaban con tres recamaras, estancia, sala, comedor y cocina. Solo tenian un baño, pero Ricardo ya traia planes de construir otro en una de las recamaras. Compraron algunos terrenos aledaños a la casa con la intencion de en un futuro fincar unos departamentos para rentarlos y obtener otro ingreso.
Doña Tula se mudo a la casa cerca de ellos, facilitandose su labor de proveer a todo mundo de opiniones no requeridas, que sumandose a los comentarios de Doña Berta que ya vivia a un lado, y con la que no tardo en crear una alianza amistosa, no cabe la duda de que pudieron haber sido un gran reto a la salud mental del carácter mas templado. Pero Matilde ya estaba acostubrada a hacer oidos sordos. Sabia que aparte de su papel de ama de casa, esposa y madre, ella contribuia activamente a las finanzas de la familia y esto le daba una satisfacción y una seguridad en si misma muy especial. Hacia tiempo que ya no le daba importancia a los comentarios de su suegra ni de nadie.


El negocio les trajo muchas cosas buenas. Los esfuerzos que hicieron juntos para levantarlo, les dio algo que compartir, una meta comun: la manera de sacar adelante a sus hijos. Ese interes comun los obligo a desarrollar un mismo lenguaje aunque no tan calido como Matilde hubiera querido. Esto no hizo mas sensible a Ricardo, pero de algun modo se comunicaban mas. Ahora eran compañeros de trabajo. Claro que Matilde tenia la desventaja en este “arreglo” porque a parte de antender la tienda, no descuidaba sus otras labores . El dia empezaba muy temprano para ellos. Lo primero que hacia Matilde era moler los granos para preparar el café y amasaba la harina para hacer las tortillas. Un delicioso aroma impregnaba toda la casa todavia en tinieblas. Apagaba el aire acondicionado para aprovechar las unicas horas frescas del dia. Luego ayudaba a sus hijos a arreglarse para la escuela y les daba el desayuno. Ricardo tambien desayunaba y luego abria la tienda en punto de las siete. Matilde despedia a los niños y limpiaba la casa rapidamente. Luego se iba a apoyar a Ricardo en la tienda. Antes de mediodia, lo dejaba solo y regresaba a la cocina a preparar la comida para cuando los niños llegaran ya estuviera lista. Cuando comian ellos, le servia a Ricardo y luego lo suplia en la tienda mientras el comia. Despues el regresaba a la tienda y Matilde se iba a comer. Limpiaba la cocina y luego volvia a la tienda, a la cual nunca le asignaron horario para cerrar porque Ricardo decia que “todavia podia venir un cliente”. Habia dias que la cerraba hasta las diez de la noche. Todos los dias de las madres sus hijos se quedaban con las ganas de festejar a Matilde porque era un dia de altas ventas y era en el que mas tarde se cerraba. Ya los niños tenian edad para ayudarles pero aun con esto, Matilde terminaba todos los dias agotada, agradeciendo a Dios su juventud y su fortaleza.


La atareada rutina ayudo a que los años se pasaran volando. Silvia, la niña mayor estaba a punto de terminar la primaria. Matilde estaba resuelta a que todos sus hijos siguieran sus estudios lo mas que pudieran. Ahora tenian que decidir a que escuela secundaria inscribirian a Silvia. Un dia que andaban en el mercado, Silvia miro pasar a unas niñas cargando sus libros y vistiendo unos uniformes que le parecieron muy bonitos y elegantes.
- Mira mama! Yo quiero ir a la escuela de esas niñas! Mira que bonitos uniformes!
Matilde vio a las niñas. Los uniformes eran de una escuela de monjas catolicas de Calexico, con mucho prestigio ya en aquellos tiempos, Our Lady of Guadalupe. Era sabido que las familias solventes de Mexicali mandaban alli a sus niñas. Matilde se quedo seria. Habian prosperado mucho desde que llegaron de Cananea. La tienda les dejaba para comer muy bien y para vivir con algunas comodidades, pero de ningun modo se podia decir que ellos eran ricos. Sabia que tendria que trabajar mas duro, hacer algunos sacrificios. Pero tambien creia que no habia mejor manera de gastar el dinero que en la educacion de sus hijos. Estaba decidida a darles armas para que ellos no tuvieran que pasar por todas la penalidades que paso ella. Queria que tuvieran mas opciones de las que tuvo ella.
- Te vamos a inscribir en esa escuela, “mija”. Ustedes van a estudiar ahí aunque yo no me compre calzones en mucho tiempo......
Para su sorpresa Ricardo no objeto la propuesta que le hizo Matilde. El tambien apreciaba la buena educacion y queria darle a sus hijos eso que el no tuvo, la oportunidad de estudiar. Tenia la esperanza de que su hijo fuera medico, la profesion que a el le parecia que tenia mas prestigio.
- Imaginate Matilde, un medico en nuestra familia, ¡que honor!......decia Ricardo como si su hijo de 8 años ya estuviera graduandose de doctor.
Las tres hijas estudiaron en la “Our lady”. Ricardo segundo no quiso estudiar en Calexico, pero termino la secundaria y la preparatoria en el Instituto Salvatierra de Mexicali, tambien escuela de prestigio, donde se codeaba con los hijos de las familias mas importantes de la ciudad.


La etapa de adolescencia de sus hijos fue para el matrimonio algo muy especial. Sus hijos habian dejado de ser “chamacos canaleros”. Matilde les cosia vestidos a sus hijas, que siempre querian andar bien vestidas como sus amigas de la escuela. No le pesaba. Era un precio implicito que se tenia que pagar por tenerlas estudiando ahí. Ademas ¡ se miraban tan preciosas!. Usaban los vestidos ajustados a la cintura y con la falda muy amplia y voluminosas por las crinolinas, tan caracteristicas de los años cincuenta y principios de los sesenta. Usaban sombreritos, zapatos y bolsa coordinados, ¡todas unas señoritas!. Tambien fue la epoca de los primeros conflictos generacionales. Sus hijos pedian permisos muy frecuentemente para ir a bailes, para ir al cine, para ir a tomar café, para ir a tomar refresco, para hacer las tareas de la escuela en otras casas..... ¡La juventud era tan diferente de cómo habia sido en su tiempo!... La desconfianza de Matilde la obligaba a mostrarse reticente a dejarlos salir tan seguido, con lo que solo provoco distanciamiento. Decidio cambiar de tactica. Sugirio a sus hijos que invitaran a sus amigos a la casa. Preferia vigilarlos ahí, a pesar que la casa dejo de ser tranquila para llenarse de jovenes inquietos, ruidosos y casi siempre hambrientos.
Esta etapa tambien paso muy rapido para su gusto. Sus hijos se graduaron de preparatoria. Silvia, Delia y por ultimo Hilda se graduaron consecutivamente y consiguieron muy buenos trabajos de asistentes bilingues en una de las grandes compañias de la localidad. A falta de una universidad local, Ricardo segundo decidio irse a estudiar a la universidad de Hermosillo. No se le cumpliria el sueño a Don Ricardo de que su hijo fuera doctor, pero seria contador, que tambien era una profesion respetable.
- No importa, uno de mis nietos sera doctor – se animaba Don Ricardo
Matilde extrañaba terriblemente a su hijo, pero se consolaba pensando que pronto regresaria. Todo era muy diferente en la casa. Ya no habia algarabia de adolescentes estudiando en la casa. Ahora eran solo visitas de los asiduos y numerosos pretendientes de sus hijas. Matilde sabia que no tardarian sus polluelos en despegar el vuelo y que el nido se quedaria vacio. Serian solo ella y Ricardo.

1 comentario:

Haruna Kamimura dijo...

zomg, la Tienda Nueva? aun esta ahi el edificio, no? Si es asi, me ha tocado pasar por ahi muchas veces :)!

Que grandiosas memorias :)
a mi no me han contado cosas de tan atras, ya que mis padres son muy jovenes.